En los últimos quince o veinte años, la salud y el comportamiento de la mujer ha dado un giro importante. Viven constantemente con prisas, en un estado de apuro permanente. Las horas del día no son suficientes, y en la lista de tareas por hacer siempre quedan asuntos pendientes.
El hecho de que las mujeres sientan la necesidad de apresurarse en todo momento esta perjudicando su salud. Muchas de ellas han accedido al mercado laboral, desempeñando esa responsabilidad que ocupaban sus padres, sin embargo, la mayoría también sigue manteniendo el trabajo que tradicionalmente hacia su madre.
Los estudios concluyen que, aquellas parejas en las cuales ambos trabajan a jornadas completa, la mujer realiza 2 veces más trabajo en casa que el hombre y cuida 3 veces más a los hijos. Por desgracia, hemos logrado más avances en ámbito laboral que en el domestico.
El resultado es un trastorno que muchos profesionales de la salud integrativa denominan <<Predominio del Sistema Simpático>> encargado de la respuesta lucha o huida. Tener esta rama del sistema nervioso autónomo continuamente activado tiene un efecto perjudicial sobre el peso corporal, las ansias de comer, la calidad del sueño, la paciencia, los estados anímicos, la autoestima y, en general, la calidad de vida.
Afortunadamente para prevenir y tratar éstos y otros trastornos, hace décadas que la ciencia tiene la respuesta, la denominada polipíldora: EL EJERCICIO. La más económica y sin efectos secundarios.
Para conseguir sus beneficios esta sería la dosis generalista:
– Entrenamiento de Fuerza: 2-3 sesiones/semana.
– Entrenamiento en Intervalos de Alta intensidad:1-2 sesiones/semana.
– Ejercicio Cardiovascular: 1-2 veces/semana.
Pero como la diferencia entre un veneno y su antídoto está en la dosis se hace necesario ajustar la misma. Para ello, resulta imprescindible la figura del entrenador personal que tiene en cuenta, no sólo sus objetivos concretos, sino su historial deportivo y de lesiones, disponibilidad, condición física actual, así como su contexto (edad, estado civil, hijos o mayores a cargo, etc.). Por poner un ejemplo, la disponibilidad (sesiones x semana) para entrenar no será la misma para una mujer de 30 años que aún vive en casa de sus padres y está desempleada que para alguien de la misma edad con hijos y trabajo fuera de casa.
A todo lo anterior hay que sumarle que hay que tener un conocimiento amplio a nivel fisiológico, bio-energético y de cambios hormonales que se producen en la mujer en función de su etapa vital y que condicionan sus rendimiento en el gimnasio. Lo más importante es establecer rutinas de entrenamiento y nutrición que puedan mantenerse en el tiempo sin que causen más estrés. Es crucial que entiendan que, para poder ayudar a los demás, tienen que empezar por dedicar tiempo a ellas mismas, a su cuidado personal y que esto no es un postura EGOISTA, si no una necesidad físico-mental.